Nuevo proyecto literario-terapéutico! Cómo solo sé escribir para hablar de lo mierda que soy o de lo mierda que es el imbécil aquel, he decidido escribir sobre ello! Yay! Y lo publico aquí porque... soy una prostituta, seh.
Primera entrega, tadá!!!
PART 1: How to Break a Heart
It is not difficult
Anyone can do it
So could you, if you tried
Just find a light
And switch it off"
Emilie Autumn
La primera vez que lo dijo ya lo entendió, supo que iba en serio, y algo murió en alguna parte de su cuerpo. Intentó disimularlo y con una risita y algo que no sabía muy bien si llamar esperanza o desesperación, su sonrisa forzada dejo escapar:
-Venga va.
-En serio. No puedo seguir contigo.
Y la fachada, la máscara, cayeron, y con ellas todo lo demás. Había dejado de escuchar, sabía que sus labios no dejaban de repetir “¿Por qué?”, pero no oía más que un zumbido, y no veía más que sus ojos. No estaba segura como le miraba, si era pena, si era compasión, si era hastío. Solo sabia que eso no podía estar pasando. Tenía planes. Tenían planes, o eso parecía.
¿Cuando había empezado a molestarle? Sí, el fin de semana anterior habían tenido quizás la mayor bronca de su relación, pero al reconciliarse parecía que todo estaba bien. Quizás no debería haberse puesto así, ni haber llorado tanto. Quizás debería haberse callado y haber quedado como una idiota delante de los amigos de él, en vez de como una niñata enfadica. Pero los días de después parecían estar bien, sí. Aunque... ¿era porque tenían menos sexo? Vale, las últimas veces habían sido catastróficas, pero ella no puede controlar lo que hacen sus ovarios. Claro que no, él no la dejaría por eso. Tenía que haber sido un malentendido, seguro, quizás podrían hablarlo, y arreglarlo...
-Lo he estado pensando mucho, en serio. No es una decisión que haya tomado a la ligera. Pero ya no siento lo mismo de antes, y no puedo estar contigo si ya no te quiero.
Dejó de ver sus ojos, y todo pasó a ser un montón de borrones húmedos. Algo le arañaba la garganta, y poco a poco sus pulmones parecieron hacerse más pequeños, y un dolor algo peculiar parecía substituir el aire.
Entonces habían dos explicaciones, la primera...
-No, no hay nadie más. Y de verdad que ahora mismo no tengo ganas de estar con nadie.
Y la segunda... La segunda que no se atrevía ni a pronunciar, que no se atrevía ni a pensar. Sabía lo que pasaría si, por un momento, por pequeño que fuese, alguien lo dijese. Aunque en realidad ¿qué más daba?
-Ya te dije que me gustas tal y cómo estás. Te dije lo de adelgazar por ti, por que no te deprimieses.
Quizás sí que lo dijo un poquito. Y volvió a verle los ojos. ¿Realmente valía tan poco? ¿Realmente no podía tener a alguien que realmente le gustase? Quizás sí que se sobrevaloraba, quizás el problema era ella, que aspiraba a tener demasiado. Estaba gorda, no era especialmente guapa, se movía raro, no era lo suficientemente sociable, ni lo suficientemente friki, ni lo suficientemente alternativa y molona ni tenía el pelo rojo. Nunca fue suficiente para ese cerdo hipócrita que solo la quiso para tener un agujero dónde meterla. Ahora sin duda se había dado cuenta de que había más agujeros en el mundo y que no eran tan inaccesibles como creía. Siempre lo supo. Salir con un medio-vírgen, gran error. Y decirle que vale más de lo que cree, enorme y gigantesco error. Ya había pasado la parte de prueba, ¿no? Ahora sabía que las mujeres podían verlo apetecible, ahora sabía follar, y ahora podía ponerlo en práctica. ¿Eso había sido? ¿Una muñeca hinchable sube-autoestimas?
Ella no quería eso. Ni iba a tolerar que ese cabrón siguiese mirándola con cara de pena, como si todo aquello le importase lo más mínimo, como si no estuviese deseando largarse y deshacerse de aquel lastre llorón. No iba a soportar más esos ojos.
-Llévame a casa.
De camino a casa, nadie habló. Solo ella con sigo misma, y de vez en cuando con un Dios en el que no cree.
¿Era eso lo que sus anteriores novios habían sentido cuando ella los dejó? ¿Había sido así, un monstruo que solo pensaba en sí misma, que no sabía o no le importaba el dolor que podía estar causando con sus palabras? No, seguro que no. Ellos eran hombres también. Los hombres no sienten, no cómo las mujeres. Solo tienen su maldito ego, su maldito orgullo y esa estúpida necesidad de hacerse los machitos. Sí, no tenía que pensar en eso, ella no era como ellos.
Pero tampoco quería pensar en lo que haría, en lo que pasaría cuando llegase a casa. De hecho no quería llegar a casa. Parte de ella miraba anhelante cada curva, esperando estrellarse en cualquier momento y que todo aquello acabase. Así sería como si nunca hubiese sucedido. Nadie lo sabría. Las únicas personas que lo podrían haber sabido ya no estarían, y no habrían recuerdos que confirmasen los hechos.
Pero por supuesto aquello no pasó. Paró el coche en la puerta de casa y ella se bajó, sin mirarle.
-Cuando estés más tranquila, espero que podamos volver a vernos. Como amigos.
-Em... No creo.
Cerró la puerta del coche. Entró lo más rápido que pudo a casa. Escribió en el móvil sin saber muy bien qué ponía, pero prefería ser ella quien se lo dijese a su mejor amiga. Se desnudó y se metió en la cama, no demasiado preparada para la que iba a ser una de las noches más largas vividas hasta entonces.
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